3/08/2006

El espíritu de Casandra

Este artículo lo escribí en el año 2001, durante la invasión de Afganistán por la coalición internacional, antes de la invasión de Irak. El tiempo ha dado la razón a los que nos oponíamos tanto a una invasión como a otra. Los pronósticos de Casandra se han cumplido. ¿Habrá alguna vez una conciencia clara de que la guerra es una psicopatía política?

Diciembre 2001

Escuela Hoy nº 65
Revsita de STERM-La Intersindical

EL ESPÍRITU DE CASANDRA

Leyendo, muy oportunamente, un opúsculo de León Tolstoy, “Objeciones contra la guerra y el militarismo”, no he podido sino relacionar todo lo que el escritor dice, respecto a las guerras de su tiempo, con las guerras del nuestro. A veces, parece que está hablando de los comienzos del siglo XXI y a veces parece que nos está avisando de las consecuencias de lo acaecido en su tiempo realizadas en el nuestro. A esto último yo le llamo el “espíritu de Casandra”. Casandra era la hija del rey Príamo de Troya. Tenía poderes adivinatorios, pero yo creo que lo que tenía era mucha cabeza y mucho sentido común. Avisó una y otra vez de lo que se les venía encima; nadie le hizo caso, como suele acontecer , porque la mucha cabeza y el sentido común suele ser garantía de que nadie te hará caso y porque la gente en general prefiere creer lo que desea y no saber la verdad. Las consecuencias de aquel desoír las predicciones de Casandra ya las conocemos. De las predicciones de Tolstoy aún no lo sabemos todo, pero ya empezamos a verlas asomar. Esto que está pasando ahora mismo, el arrasamiento de Afganistán, el ataque desaforado de Israel sobre Palestina, los avisos de arrasamiento de otros países, no es más que el principio. Quisiera ser optimista, pensar, con mirada de satélite -de águila se decía antes- que en el largo camino de la Humanidad esto no es sino una insignificancia, algo incluso necesario para el surgir de una conciencia superior que elimine de la tierra esta sangría y que nos convierta a todos en Casandra; pero yo no confundo mi deseo con la realidad y lo que deduzco de todo esto es que acabaremos como los troyanos.

Palabras de Tolstoy: “Corremos hacia el abismo, no podemos detenernos y caemos en él. Cada hombre razonable que reflexiona respecto a la situación actual en que se encuentra hoy la humanidad, y respecto a aquella hacia la cual va inevitablemente, ha de ver que esta situación no tiene salida, que no se puede inventar ninguna situación, ningún establecimiento que nos salve de la pérdida, hacia la cual corremos de un modo inevitable.” Tolstoy fundamenta toda guerra, mediante citas de autores antimilitaristas, en los intereses económicos y de poder , siendo estos últimos, como ya sabemos, también una cuestión económica. Al igual que se decía a propósito de cualquier crimen “cherchez la femme”,-perdonad que recuerde esta repugnante frase- ante cualquier guerra habría que decir “buscad los intereses”. Y sin duda en esta absurda y cruel guerra que pone los cimientos del nuevo siglo los hay y muy poderosos, hasta el punto de que los más suspicaces empiezan a sospechar que todo esto tiene un desagradable tufo a escenografía. Que las vidas humanas, sean de donde sean, no les importan a las grandes mafias del poder es algo que sabemos. Por lo tanto pondrán esas vidas inocentes al tablero, sin ningún remordimiento, si eso conduce los acontecimientos y la historia por donde a esas mafias les convenga.

Diálogo entre diplomáticos que transcribe Tolstoy: “Preveo entonces que, desgraciadamente, habrá guerra, que se derramará mucha sangre y serán muchos los que mueran”. Y el otro le responde: “No lo crea usted; a lo sumo diez mil hombres de cada parte, y nada más”. O sea, veinte mil seres humanos, nada más.

¿Cuántos resultarán de estos conflictos actuales, contando también con los de NY? No importa, unos cuantos desgraciados nada más, según las mafias del poder.

Y repito una pregunta que en otra parte hice pública y que me sigo haciendo todos los días. Imaginemos que en un futuro se sabe toda la verdad, porque ya ha ocurrido otras veces en la historia, y que entonces se exija el juicio de toda esta locura. ¿Tribunales internacionales? ¿Habrá instituciones en verdad eficaces para dirimir conflictos entre naciones? Tal como vamos desde luego no.

¿Quién juzgará a los que escriben la historia con sangre? Dice Tolstoy: “Instituir un tribunal internacional para resolver las diferencias internacionales! ¿Y quién hará someterse a las decisiones de ese tribunal a un demandante que tenga sobre las armas millones de soldados!”. Y ahora añadimos millones de dólares, y poder absoluto, y dominio absoluto de la comunicación. Parece que Tolstoy se está refiriendo a Bush, a Sharon, a la ONU.

El espíritu de Casandra está presente todavía en este mundo. Al menos eso. Pero consuela poco, la verdad.

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