Lisístrata y los empresarios
Fuensanta Muñoz Clares
En "Lisístrata" de Aristófanes, cuando los hombres quieren entrar en guerra, las mujeres, conducidas por la protagonista de la comedia, se retiran de la ciudad, a un templo inaccesible para sus compañeros en la que parece ser la primera y última huelga doméstica de la Historia, que, bien mirado, ni siquiera se sitúa en la Historia, sino en el mundo de la ficción cómica. No obstante su carácter ficticio, podemos seguir su argumento como si no lo fuera; a saber de las historias de la Historia cuántas serán ficticias, y de las historias de ficción cuántas no contendrán más realidad que las que tenemos por reales.
Así que volvamos a lo que íbamos con la decidida líder de las mujeres de Aristófanes. Bien, las mujeres se retiran y los hombres, sencillamente, no se lo creen del todo. Luego lo toman a risa. Intentan la persuasión, el chantaje afectivo, la amenaza, todos los recursos del que ve perderse su poder y no desea ceder en absoluto. No consiguen que sus mujeres vuelvan, porque esta vez ellas se han pertrechado de firmeza y de argumentos. Tienen con ellas la razón. Finalmente, los varones tienen que dialogar y ceder a lo razonable de las exigencias femeninas. Como desarrollo de un conflicto entre varones y mujeres, de un enfrentamiento entre lo masculino y lo femenino, es ejemplar. Ya sabemos quiénes eran los griegos, aparte ciertas prácticas y leyes sociales y políticas que habrá que disculpar pensando en la mentalidad de la época y en que difícilmente podríamos juzgarlos con nuestros presupuestos.
No quiero centrarme, sin embargo, en ese diálogo final en el que todo se resuelve, sino en la causa principal por la que los hombres deciden dialogar con las mujeres, que no es otra sino que las necesitan. Comprenden que ellos no son nada ni nadie sin ellas.
Esta necesidad no es de tipo sentimental. Aristófanes tampoco la funda en el abandono de lo doméstico, como la limpieza, el fuego, el agua, la elaboración de alimentos... No. Aristófanes, por vía de la comicidad de unos hombres inflamados sin posibilidad de satisfacción, señala, entre cínico y divertido, que es el sexo la falta que acucia a los varones y les empuja a negociar con las mujeres. El autor griego indica un arma, ampliamente utilizada por las mujeres en tiempos, pero que hoy en día ninguna mujer con sentido ético utilizaría para una negociación de poderes y decisiones; antes bien, tal arma es apartada con repugnancia de la vida pública y privada. La negociación no cae en territorios de la necesidad inmediata, sino que debe encontrar y encuentra su ámbito en otros escenarios y es forzada, cuando no hay voluntad por la otra parte, por otro tipo de presiones.
Pero en el mundo antiguo, sexualidad era equivalente a reproducción. Así que lo que Lisístrata y sus compañeras estaban negando a sus hombres no era sólo la satisfacción del deseo sexual inmediato, sino la posibilidad de reproducirse. Y más aún, el cuidado de la prole, pues las mujeres no se habían retirado con sus criaturas en brazos, sino que, muy astutamente, aunque a su pesar, las habían dejado a los hombres. Sin ellas, comprenden los hombres, no hay reemplazo. Ellos solos se acaban en sí mismos. Ellas también, pero deciden jugársela esta vez. Por eso, después de utilizar todas las armas pacíficas y violentas, siempre limitadas a lo verbal, pues se trata de una comedia, los varones negocian y ceden.
Dirá quien esto lea que a qué cuento viene Lisístrata a estas alturas de Humanidad, en el mundo occidental, con el feminismo, la liberación de la mujer, la disociación de sexualidad y reproducción, la incorporación de las mujeres al mercado laboral y a la vida pública, y tantas otras joyas sociales y políticas que las mujeres hemos conquistados unas veces, y otras se nos ha regalado obsequiosamente con una sonrisa de galantería y sin saber muy bien a quién convenía. Para ser bien pensadas, consideraremos que esas segundas ocasiones eran pactos tácitos y nada más. Pues sí viene a cuento, viene muy a cuento precisamente en el día, señoras y señores, treinta del penúltimo mes del año dos mil, en que un Círculo de Empresarios se retrata en su verdadero ser, aunque tal vez envalentonados por un gobierno que se podría poner algo más allá de una derecha europea a medio civilizar, por más que se enmascare de centro y pretenda mantener un discurso sibilino que contiene rasgos de modernidad y consentimiento con las cuestiones sociales, entre ellas el feminismo. Bien sabemos que el discurso no es, precisamente, progresista, pero al menos lo maquillan o intentan hacerlo. Lo malo es que todos sus seguidores y beneficiarios o no tienen la misma competencia lingüística o no han entendido la consigna, y de vez en cuando se retratan sin arreglar o les explota en la boca lo que llevan dentro sin poder remediarlo. Según ellos, no ha sido para tanto, o era un globo sonda, que ya somos mayores para que nos entretengan con globitos, o no se quiso decir lo que se dijo, sino que, ahora sí, se intercala el discurso maquillado.
Así hoy a este Círculo de Empresarios les ha salido del alma que las trabajadoras se paguen ellas mismas con el sudor de su frente sus embarazos, partos y bajas maternales. Pensarán ellos que esto de que la masa trabajadora se reproduzca es un asunto feo, costoso y, en cualquier caso, privado, por lo que, si no tienen por qué pagarle a sus trabajadores unas entradas para el cine, tampoco tienen por qué pagarles a sus trabajadoras el para ellos dudoso placer de traer niños y niñas como ellas y sus hombres a este mundo, el cual sería un edén si sólo hubiera empresarios, mujeres de empresarios y niños y niñas de empresarios.
Las alternativas que este Círculo empresarial deja a las mujeres de este país, las cuales en gran mayoría no son mujeres de empresarios, sino trabajadoras de empresarios, son pocas. La primera, la que ellos proponen, o sea, que cualquier mujer con el atrevimiento de lanzarse al mundo laboral vaya con un seguro de embarazo a todo riesgo, como si fuera un peligro público, para no producir daños a terceros, es decir, a los terceros que son los pobres empresarios, que ya tienen bastante con sobrellevar los contratos basura, los despidos de saldo, los irrisorios gastos sociales, sus especulaciones y sus inocentes trampas legales, basadas siempre en el fantasma del paro y del despido.
La segunda alternativa, que posiblemente tampoco estaría mal para ellos, sería que todas las mujeres en edad fértil se retiraran del mercado laboral. Si alguna vez volvieran, una vez salvaguardados los sacrosantos bolsillos empresariales, y habiendo cumplido con su obligación "natural", constituirían una clase trabajadora de segunda, sin pretensiones, sin experiencia y sin costosas jubilaciones.
La tercera alternativa es Lisístrata. En parte, las mujeres jóvenes de este país son cada vez más parecidas a Lisístrata y a sus compañeras de reivindicación, sólo que esta vez, estando disociada sexualidad y reproducción, no tienen por qué privarse ni privar a sus compañeros en las penas laborales, de la satisfacción del deseo sexual, lo cual es también un alivio para los empresarios, porque esto quita mucha tensión en los lugares de trabajo. Pero de hijos, poco o casi nada: medio para cada una. Más justos que Salomón. Lo que aquel rey no consiguió lo está consiguiendo la clase empresarial de este país. Y más difícil todavía, antes de poner en práctica lo del seguro de embarazo para trabajadoras. Es fruto de una sabia combinación entre economía moderna y protección social subdesarrollada. El de nuestro país es un modelo fascinante que no ha sido todavía bien valorado en el extranjero.
Ahora bien, ¿servirá esto de Lisístrata para forzar a una nueva negociación con los varones? Mucho podemos temernos que no, porque la negociación no sería con nuestros iguales a los que amenazaríamos con no reproducirse, sino con el Círculo de Empresarios, los cuales se pueden reproducir cuanto quieran por razones obvias. Para las masas que necesitan en sus fábricas y en sus oficinas, posiblemente estén pensando en gente de fuera, mucho más dócil, más barata, sin pretensiones, sin derechos o con muchos menos derechos, con mujeres llenas de ignorancia y virtudes domésticas que no necesiten baja por maternidad.
Y volvemos a empezar. Pero ya no tendremos, posiblemente, a Lisístrata.
2 comentarios:
En el IES Mediterráneo, donde un profesor lleva una estupenda labor de puesta en escena del teatro grecolatino, andaban preparando Lisístrata, es más, ya el año pasado representaron en la Muestra de Cartagena un fragmento. Pues bien, este año han tenido que dejar el proyecto, porque los cahvales de la cantera teatral, de primero y segundo de la ESO, no daban crédito al texto, ni posiblemente lo entendían, y les daba vergüenza jajajajajaj. En fin, han montado "Pormeteo encadenado" de Esquilo, que tampoco es mal proeycto, y han dejado Lisístrata para años venideros, cuando hayan superado el pudor de la edad del pavo.
Lisístrata sigue viva.
Es que Lisístrata tiene mucho de farsa y este género en Grecia se prestaba a todo tipo de obscenidades, lo cual me parece muy divertido cuando está bien hecho. Comprendo que criaturas de doce y trece años no quieran salir con falos gigantescos a escena. La obra es muy divertida, y tiene un fondo estupendo de pacifismo y de análisis de las relaciones entre hombres y mujeres.
Yo lo vi representar en Segóbriga a un grupo de gente de algo más de edad y era una delicia.
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