2/27/2009

Censura en Gaula


Estoy de mediana enhorabuena. Digo mediana porque no he ganado el concurso, que es lo que quiere cualquiera que envía un cuento a un concurso, por corto que sea el cuento y por poco que sea el premio. Lo convocaba la editorial Hipálage y se llamaba I Premio Algazara. Condición inexcusable es que el tema tenía que hablar de la felicidad y de la alegría de vivir. No es que mi cuento hable de eso, sino más bien del tratamiento que la felicidad recibe en la literatura, y más en la literatura fantástica de todos los tiempos, porque la alegría de vivir vende poco, es poco interesante. Entre un montón de cuentos, cerca de mil, que han participado en el concurso, han seleccionado unos doscientos setenta, creo recordar, y entre esos está el mío. Bueno, pues bien de muchos, consuelo de todos. Saldrá en un libro que se llamará "Cuentos para sonreír", que dicen que está ya en prensa. Gracias, Hipálage, por este premio de consolación. Estar con el resto de la tropa siempre es agradable.

El cuento que presento se llama "Censura en Gaula". Reconozco que es muy conceptual y literario, pero quien sepa qué son los libros de caballerías, y haya leído el célebre "Amadís de Gaula" cuyo quinto centenario se celebró el año pasado, tendrá una sonrisa muy intelectual al final. No puedo negar la influencia de Borges en este cuento, en tanto se considera existente ese país del cual es el Caballero.



CENSURA EN GAULA

Por razones obvias de falta de interés literario, se suprimió del texto original una frase que daba entrada a todo un capítulo. En Gaula, los censores eran muy severos, al menos en lo que se refería a las convenciones del género.

Afortunadamente esta frase se ha recuperado con un minucioso trabajo de restauración. Ofrecemos la frase, adaptada al estado actual de la lengua. El resto del capítulo puede suponerlo el lector.

“El caballero Amadís, a la caída de la tarde, descansando bajo un frondoso roble, era feliz. Aquel dia no le había salido al encuentro ningún endriago”.