3/27/2006

¿Por qué le llaman sexo si es poder?

Siempre que se habla de prostitución, sin detenerse demasiado en reflexionar, cualquiera cree que estamos hablando de sexo.

Por ejemplo, a las personas que estamos por la abolición de semejante práctica patriarcal se nos tacha de “estrechas”, personas llenas de complejos ante el sexo o de miedo, pacatas y moralistas. Y si a todo eso antecede la palabra feminista, pues ya tenemos el cuadro completo de rechazo. Es una “feminista abolicionista” parece ya lo peor que se puede decir de una mujer, como si en esas dos palabras se resumiera algo muy rancio y muy neurótico, y se nos pinta entonces con el sombrerito y el paraguas, como unas sufragistas victorianas desfilando contra el vicio. Y, desde luego, no es así. No hay un rechazo al sexo en el abolicionismo. Incluso diríamos que la mayoría de las abolicionistas de hoy fueron las que hicieron la revolución sexual de ayer, cuyos beneficios de libertad y desenfado disfrutan muchas mujeres que hoy se avergonzarían de decir que son feministas y se proclaman regulacionistas en el tema de la prostitución.

No hay un rechazo al sexo, repito. Hay precisamente todo lo contrario: la celebración del sexo como una actividad libre, abierta, no mediatizada por pulsiones ni por intereses, como juego o como placer, por amor o sin amor, sólo comprometida en la afectividad permanente a una persona, porque así se desea para un desarrollo personal o para la creación de un núcleo familiar. Como un elemento de crecimiento vital que sabemos ocupa toda la vida sin comprometerla.

Mientras es así, el sexo es un valor. Como forma de poder, es una enfermedad social. Es enfermizo cuando una mujer lo usa para su ascenso social. Es enfermizo cuando un hombre no es educado para un manejo social y aceptable de sus pulsiones. Parecería por las declaraciones de ciertos hombres que todos ellos lleven una fiera dentro a la cual habría que calmar con sacrificios humanos. Yo, sencillamente, no lo creo. Creo que es una construcción de su género como la sumisión lo es del género femenino. De ese imaginario masculino viene la perversa idea de que las prostitutas nos salvan a las demás mujeres del salvajismo masculino, o sea, de la violación. Con prostitución o sin ella, las violaciones son una estrategia de dominación masculina que no se evitan porque haya prostitutas para calmar a las fieras. Las fieras son sólo fantasías masculinas. De adolescentes saben muy bien cómo calmarla. No es necesario que haya unas víctimas propiciatorias, depósito de todas las bajezas, que libren a las demás de la violación.

Por otra parte, se alega la necesidad de ciertos hombres solitarios, ancianos o enfermos. Digo lo mismo que anteriormente. De adolescentes sabían lo que tenían que hacer. Bien que lo pagaron en los confesionarios. Hoy ni siquiera tienen que ir a confesarse. Y si lo que buscan en los servicios de una prostituta es afecto, amor, cercanía, están siendo víctimas de un engaño. No lo encontrarán, porque no es eso lo que una prostituta da en ningún caso, sino un cuerpo convertido en objeto que puede ser comprado por el que puede pagarlo. Lo que vende la prostituta no es afecto, pero tampoco es sexo. Lo que vende es poder. En el servicio prestado es la pasividad, la sumisión, el poder hacer sin trabas y sin respetos, lo que el hombre paga. En ello hay una humillación inconsciente –a veces bien consciente– a la mujer que se encarna en el cuerpo objeto de la mujer comprada. Es el poder máximo lo que se compra y lo que se vende.

Me decía una amiga lesbiana que ella era regulacionista, porque también había mujeres y hombres homosexuales que compraban sexo de otros hombres o mujeres, y eso le quitaba la carga patriarcal al asunto. Yo sigo diciendo que ellos y ellas hacen lo mismo que el varón que paga a una prostituta: compran poder absoluto sobre un cuerpo objeto y ejercen la ilusión de poseerlo por completo y sin trabas, lejos del respeto al otro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Fuensanta. Te recomiendo una página interesante:en "Hombres por la igualdad", del Ayuntamiento de Jerez, el artículo de Peter Szil. Es una ponencia para las Primeras Jornadas Estatales sobre la Condición Masculina.
Besos

SempreFeministas dijo...

Este texto é, absolutamente, delicioso!
Nos últimos tempos, tenho reunido material de estudo sobre a Prostituição, pois é um problema social que me preocupa.
Um facto prevalecente na sociedade portuguesa é o Escárnio. A prostituta é a única culpabilizada, o proxeneta ou o cliente são quase imponiveis.
Em vez de recriminarmos as prostitutas pelo seu comportamento(em sociologia, considerado desviante), devemos compreender os motivos pelos quais tomáram a decisão de vender o seu corpo.
Na minha opinião, a Prostituição é o melhor indicador da hegemonia masculina e consequente subalternização da mulher.
Não consigo conceber que uma mulher decide prostituir-se só pelo simples facto de gostar de sexo. Isto é um estereótipo que dificulta o desaparecimento terminante desta actividade.
Achei curiosa a expressão que utilizou : "feminista abolicionista parece ya lo peor que se puede decir de una mujer".
De facto, as prostitutas não nutrem uma grande simpatia pelas feministas, sobretudo pelas que não aceitam a regulamentação da prostituição.
Enquanto mulher e feminista, adopto uma posição abolicionista, pois considero que, directa ou indirectamente, a mulher é coagida. Raras são as mulheres que enveredaram por este mundo por escolha própria e consciente. Devem ser criadas alternativas laborais; regulamentar a prostituição não é solução. O modelo sueco parece-me o mais conveniente: adoptando o modelo preconizado por Josephine Buttler (abolicionista), efectuou algumas alterações. Para além do proxeneta, também o cliente é objecto de punição, já que está a ser conivente com um tipo de violência exercido contra a mulher.
Em Portugal, o Código Penal português pune o Lenocínio. Contudo, sabemos muito bem que os indivíduos que incorrem em ilegalidades raramente são culpabilizados.
Como é a situação em Espanha?
Neste momento, tenho contactado, através de e-mail, com uma jovem espanhola que se assume como prostituta independente e por vontade própria. É outro lado de uma questão que gostaria de ouvir e compreender.

Gracias,
Anabela Santos

Anónimo dijo...

"...Y si lo que buscan en los servicios de una prostituta es afecto, amor, cercanía, están siendo víctimas de un engaño. No lo encontrarán, porque no es eso lo que una prostituta da en ningún caso, sino un cuerpo convertido en objeto que puede ser comprado por el que puede pagarlo. Lo que vende la prostituta no es afecto, pero tampoco es sexo. Lo que vende es poder."

Una manera de verlo. Está claro que el sexo es poder, pero lo es en tanto que sacia un apetito ineludible, y hasta cierto punto, irrenunciable del hombre. Un apetito para el que están programados biológicamente, y deberías abrir un debate entre la inevitabilidad de ciertas conductas inherentes al diseño biológico del hombre y la capacidad de la razón para ordenar esas conductas. Las prostitutas vendemos sexo, no te engañes. El poder está tanto en nuestra capacidad para saciar ese apetito, como en el dinero que tiene el cliente para hacernos disponibles. El afecto es la cortesía de la puta, y a veces, somos corteses.

Anónimo dijo...

Bueno, estoy absolutamente segura de que las prostitutas son, como cada hija de vecina, corteses o descorteses, encantadoras o ásperas, y así, ya digo, como cualquier ser humano. Que haya "clientes" que merezcan la cortesía (el afecto) de la prostituta, también de acuerdo. Yo no hablo de las acciones particulares, de la dignidad de una puta, ni de la puta en general, ni de los hombres concretos, éste o el otro, que van de putas; no es eso, y en eso la gente que está por la regulación se engaña con la gente abolicionista. Es un modelo de sociedad y de intercambio lo que se pone en tela de juicio, basándonos en un principio bien antiguo y bien claro: la distribución de mujeres es un bien simbólico que el patriarcado maneja para la dominación.
Por otra parte, de verdad, no creo en el "deseo insaciable" ni ineludible del varón, ni que estén programados biológicamente para ello; es una construcción patriarcal como tantas otras. Ellos también son víctimas de su género.
Ahora subo un artículo que quizás te interese, "La violencia más antigua del mundo". Podemos hablar sobre ello.